IZQUIERDA ERÓTICA

la otra izquierda


Publicado por ACTORES POLÍTICOS JÓVENES
Entrada más reciente Entrada antigua Inicio

Red de Jovenes Socialdemócratas

Red de Jovenes Socialdemócratas

Izquierda Erótica

Política, crítica,erotismo, estimulación a tiempo, crónica, arte y líbido.

relatoria para libertad de expresion

relatoria para libertad de expresion

legislaciones LGBT

legislaciones LGBT


Palabrería

El intelectual es la puta más cara del político.

A veces estos vertederos políticos duran más que las cosas bien hechas.

Esto no es otra cosa más que: derecha social.

Eso a lo que llamamos la derecha inteligente, no es otra cosa más que la izquierda vestida de novia.

Pareces del ministerio público, siempre deslindando responsabilidades.




Archivo del blog

  • ▼  2009 (12)
    • ►  julio (8)
    • ▼  junio (4)
      • Fe de erratas, tarde pero aclarado...!
      • Sin título
      • ¿PIXELES?
      • La Agenda Socialdemócrata de la Diversidad
  • ►  2008 (71)
    • ►  septiembre (1)
    • ►  agosto (22)
    • ►  julio (40)
    • ►  junio (8)

Datos personales

ACTORES POLÍTICOS JÓVENES
Diversidad, arte, urbe, política, educación, empleo, identidades juveniles, libertad.
Ver todo mi perfil


























Asunto: Los Ángeles

Asunto: Los Ángeles

Mi ventana se asomaba a la calle, yo también me asomé para ver los cuerpos flotar sobre la sangre.

Ronaldo, el hombre más importante que yo he conocido, me saludó desde la orilla espesa de la sangre, vestido de negro, es inevitable pensar que los de la policía federal siempre visten de luto porque son la muerte reflejada en el asfalto.

También vi al hombre menos importante que he conocido, Juan, un tipo de mirada ociosa y perdida en quién sabe qué sueños de tiner y pastillas baratas. Recuerdo que una vez oí que uno busca imágenes plásticas de la grandeza o la miseria, la verdad no sé si lo escuché o lo pensé, como sea: sé que así es y ahí están.

La gente lo miraba todo en silencio, aún no se atrevían a pensar en voz alta y hacían bien, los vecinos tienen el instinto del peligro, del poder y la imaginación suficiente como para engrandecer o minimizar esos cadáveres y hacerles pasar a la historia o al olvido.

Cuando empecé a aceptar la muerte de Luis, acababan de matar a 2 más, la trilogía perfecta de la calle Flor Silvestre, 3 presuntos algo en Iztapalapa como siempre, ahora y agüevo: simples cadáveres.

Me dieron ganas de irme a otro lugar, pero pensar en salir me hizo sentir asco, enojo y pereza, por eso me protegí cerrando la ventana, como cerrando el mundo.

Pero sólo el mundo y lo digo así, por que la vida es más compleja que todas las definiciones posibles y por eso toda imagen simplificada de la vida corre el riesgo de ser vulgar. Es como la poesía, que a pesar de que evita utilizar términos exactos para no ser grosera, al final ni me importa porque los poetas sólo hablan de sus sueños y aunque estoy segura que hay mucha verdad en los sueños de lo poetas, no toda la vida esta contenida en ellos. La vida es más que la poesía, que la filosofía e incluso que la misma moral en la que he creído y con la que he enfermado durante tanto tiempo. La vida es nuestro único bien y nuestra única maldición, leí una ves.

Cada uno de nosotros tiene su vida particular, marcada por todo el pasado sobre el que no tenemos ni tendremos ninguna influencia ni poder y que a su vez nos marca y por poco que sea, se lo hace a todo el porvenir.

Los demás, ustedes, esos, tú, ellos y ellas simplemente y nada más ven mi presencia, mis movimientos, mis senos, mis piernas, la mirada, la manera de formar palabras con los labios, pero sólo nosotros mismos somos quienes podemos ver nuestra vida y lo más duro es que cuando la vemos, nos maravilla por ser como es y sobre todo porque no podemos hacer nada para cambiarla. Incluso cuando la estoy juzgando soy suya, le pertenezco y mi aprobación o censura forman parte de ella y siempre es ella quien se refleja en ella misma, porque no hay algo más y el mundo sólo existe para nosotros en la medida que él esté en nuestra propia vida.

Las palabras sirven a tanta gente y por eso ya no le convienen a nadie, o ¿cómo puede un término científico explicar una vida?
Encendí la computadora, puse música, me quité los zapatos y me tiré en la cama, me jalé con los dedos las pestañas para levantar bien los párpados y como todo tiene un límite mis ojos solo lograron ver hasta el techo y por eso no vi nada más que el sucio rastro de algunas moscas muertas, polvo y dos zancudos explorando el tirol del techo, como dos exploradores en busca de la presa. De inmediato descubrí que la presa de esos dos sedientos de sangre, era obviamente yo.

Acostada, jugué el juego y me hice la muerta y esperé a que se acercaran para matarlos pero me quedé dormida, la comezón me despertó, me senté a la orilla y me vi unos cuantos volcanes, casi pezones en los brazos y la planta del pie, me dio asco saberme preñada por la saliva de esos dos zancudos pervertidos.

Dejé caer mi cuerpo en la cama, la música me puso en un estado de entumecimiento muy rico, un poco debrayada, parecía que todo se inmovilizaba, salvo el latir de mis venas, como si la vida hubiera huido de mi cuerpo y fuera muy bueno estar cansada. Era un placer, era casi un sufrimiento. Durante toda la vida he pensado que el sufrimiento y el placer son dos sensaciones muy parecidas; supongo que cualquier persona de naturaleza reflexiva debe de pensar igual. Y no veo porque el placer debe de ser despreciable por sólo ser una sensación, cuando el dolor también lo es. Supongo que ha de ser porque quizá el dolor es involuntario, pero el placer en ocasiones también lo es. Y aunque no fuera así, el placer escogido libremente no me parece por ello más culpable.

Pero como este no era el momento para hacer todas estas preguntas.
Mejor me senté, me puse los zapatos, bajé las escaleras, entre al baño, cerré la puerta, levanté la tapa, me levanté la falda, me bajé el calzón, me senté, oriné, me limpié, me subí el calzón, dejé ir el agua, baje la tapa por el feng shui y no por diva, me lavé las manos, la cara por diva, salí del baño, caminé a la cocina, abrí el refri, no había agua.

Salí.

Se fueron los polis, el ministerio público, la prensa, es decir desapareció el circo, a pesar de los 3 judiciales que se quedaron en la esquina, con el acero mortal de sus pistolas clavado entre la panza y el pantalón, porque la cintura se les borró por tanto tragar y pasársela aplastados con el pantalón sudado metido entre las nalgas, gastando las llantas y la gasolina de su obscena patrulla blanca, sucia, chocada, sin sirena, repleta de colillas de cigarro y residuos de coca en las opacas cajas de los CD piratas.

No sé porque pero siempre pasa lo mismo, recogen el circo pero se queda la muerte vigilando la esquina, representada por sus tres gordas y mal encaradas hadas madrinas. Y son estos gloriosos adictos y asesinos aplastados en la patrulla de la esquina, quienes hacen de la colonia un lugar más seguro debemos pensar y por lo tanto hay que caminar con un ridículo disimulo de decencia para no ser molestados por obesa la ley.

Evité pasar cerca de ellos y por eso ya no fui a la tienda de la vuelta sino a la ventanita de aquí abajo, la de la señora que me cae mal porque dice que le coqueteo a su marido, pero a mi que me importa ese viejo chaparro desnalgado y que le apesta la boca. Pedí un refresco de manzana, y mientras lo traían del refri de atrás, vi que adentro, cerca del contendor de las papas había un cuadro que representaba a un hombre tocando el violín, que parecía que paraba de tocar para escuchar su vida.

Regresé a la casa, sólo encendí la tele y me aventé a la cama. La luz del televisor zurció sombras que se posaban como unas manchas más sobre las cosas, eso es lo que me gusta de la tele: ver sombras. Me levanté y abrí la ventana porque me faltaba el aire y me volví a lanzar sobre la cama. Me esforzaba por fijar mis ideas, pero una idea siempre me lleva a otra y una no sabe hasta dónde esto me pueda llevar.

A lo lejos oí el cantar de las sirenas, la voz en off que ignoro todas la noches, no entiendo el lenguaje de las sirenas, de las balas, de la política, de la derecha, de la izquierda, de los de la huelga, del sindicato, del obispo, de los Bush, de Obama, la Clinton, ni del Obrador, y como ya te lo había dicho las palabras han perdido el sentido al igual que las acciones, no se si sentirme segura o sentir temor, lo único que sé es que no lo entiendo y sobre todo que no me consuela oír las sirenas. Es más ya ni me pude imaginar de nuevo el arribo del equipo apocalíptico de gordos con los pantalones sudados entre sus nalgas planas.

Por lo general oigo como describen a la felicidad de un alma que puede deshacerse de su cuerpo, pero también hay momentos felices en la vida en que el cuerpo se deshace del alma. Y de la misma manera no sólo siento que la ciudad me destierra y se deshace de mí sino que yo misma quiero deshacerme de esta ciudad.

Y a pesar de todo: me gusta esa hora en la que late la fiebre de la ciudad.

No tengo nada de princesa de leyenda y los ruidos de afuera me cansan, me impiden pensar. El vecino acaba de llegar con su maldito carro saturado de bocinas y porquería y media, insultando con su música la existencia de cualquiera. El pobre macho cree que le gusta la música y de hecho si le gusta de verdad pero por desgracia tiene muy mal gusto y es de tan mal gusto que termina por ser conmovedor a fuerza de ser ingenuo y vulgar, por eso supongo que los sentimientos más convencionales son los que le parecen los más hermosos, yo podría decir que su alma al igual que su persona se contentan con adornos falsos, como por ejemplo con flores de plástico para la novia y un look latino occidental y mediocremente cosmopolita por cargar el cabello rubio a base de decoloraciones y según bien peinado por embalsamarlo en gel. No sé pero me parece felizmente falso y talvez por ello él podía mentir lo más sinceramente del mundo, como si fuese un ex presidente con su grandiosa existencia imaginaria en la que se es mejor, más honrado, digno y feliz que en la vida real, me imagino que la memoria de los ex presidentes se parece a esas estilizadas mesas antiguas que se utilizaban para cocer: llenas de cajones secretos.

Me endurecí. Hasta entonces me había abstenido de juzgar a los demás y no perdoné al prójimo ni la más pequeña transgresión, temí al reblandecimiento que producen las sensaciones dulces, llegue a aborrecer la naturaleza a causa de la felicidad que nos inspira la primavera, me intranquilizó recordar los rostros del bacho, me quedé sola, luego la soledad también me dio miedo, sobre todo porque nunca estoy sola, por que siempre estoy conmigo misma. Se odia la vida cuando se sufre y soporté la obsesión del suicidio y cosas peores.

El silencio, parece que compensa la impotencia del lenguaje por eso he pensado que la música debería ser silencio, el misterio de un gran silencio que busca su expresión.

Generalmente trato de espaciar las crisis, y por ello he caído en un recuerdo maniático, sin confesarlo hasta hoy, durante aquellos momentos de disciplina, de estudio, de porros, de los únicos 6 pesos para ir a las clases de maestros abusivos y calificaciones absurdas, yo que vivo esperando el momento en que me puedo permitir caer, yo que había tenido miedo de los acontecimientos; tuve miedo de mi cuerpo y terminé por reconocer que nuestros instintos se comunican con nuestra alma y nos penetran por entero. Entonces ya no tuve refugio, encontré en los más inocentes pensamientos el punto de partida de una tentación y no descubrí ni un sólo pensamiento que permaneciera sano.

Me concedí por la noche, unos minutos de música para mi sola. Podría ser cierto que el placer solitario es un placer estéril, pero ningún placer es estéril cuando nos reconcilia con la vida. Y a mí la música me transporta a un mundo donde el dolor sigue existiendo pero se hace más quieto y profundo como un torrente que se transforma en laguna.

No estoy enferma ni soy bulímica, pero es que a mi todo me ha dado nausea, dolor de cabeza y encima de todo ahora doy gracias a los cólicos por inyectarme otra realidad y por momentos hacerme ver esto bajo otra óptica, aun más femenina.

Y es que cuando todo se da por sentado se acepta como absurdo, por ello es y no es la regla la que me hace sangrar: es y no es la fertilidad, es y no es la ciudad, soy yo y no son los ustedes, no es esa y no es ese, y a la vez son casi todos.

Me sería muy fácil hacer un relato dramático, pero ni a ti ni a mí nos interesan los dramas y hay muchas cosas que se pueden dar a entender muy bien sin contarlas.

De todos modos te lo explico: estoy que vómito la ciudad, el barrio, estoy desangrando de decepción y de regla, me siento feliz de sentirme triste, mi desesperación me tranquiliza y motiva.

Mañana es lunes, iré a la escuela, no voy mal, me voy a graduar y después iré a la universidad.

No atravesaré el desierto, no trabajaré en Mac Donals ni aspiraré alfombras, gracias.

…Y saludos a todos en los Ángeles.