Trabajo Decente para una Vida Decente


El auge económico mundial no ha tenido necesariamente como efecto una mejora en el nivel de vida de la mayoría de la población en el mundo.


Además de un desempleo declarado significativo, muchos están subempleados o no cobran lo que les correspondería por el trabajo realizado. La mitad de la fuerza laboral mundial gana menos de US$2 al día. 12,3 millones de hombres y mujeres trabajan en condiciones de esclavitud. 200 millones de niños menores de 15 años trabajan en lugar de asistir a la escuela. 2,2 millones de personas mueren a causa de accidentes y enfermedades laborales cada año. La gente en países desarrollados y en desarrollo trabaja más por menos dinero, y cada vez son más las personas – mayoritariamente mujeres – que se ven obligadas a ganarse la vida en la denominada economía informal, sin protección social alguna ni derechos y con empleos precarios. Entre tanto, las empresas utilizan la amenaza de la subcontratación para reducir los salarios y eliminar ciertos derechos que costó mucho ganarse, como el derecho a la negociación colectiva y a la huelga. Los sindicalistas que combaten esta tendencia son despedidos, amenazados, encarcelados o incluso asesinados.


Sólo un sistema internacional basado en la solidaridad y el respeto de los derechos de la persona, consagrados en los convenios de Naciones Unidas y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) puede poner fin a estas tendencias. Exhortamos a nuestros gobiernos a que firmen estos convenios, los apliquen de forma urgente y sitúen el trabajo decente como un elemento central de sus políticas.


En julio de 2006, los gobiernos miembros del Consejo Económico y Social de la ONU adoptaron una Declaración Ministerial cuyo primer artículo indica que: “Estamos convencidos de la urgente necesidad de crear un entorno a escala nacional e internacional que propicie el logro del empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos como base del desarrollo sostenible”. Este llamamiento debe ir acompañado por la ratificación e implementación de las normas de la OIT, al tiempo que las agencias internacionales utilizan la nueva Guía Práctica de la ONU para la incorporación sistemática del empleo y el trabajo decente, como primer paso para fomentar una mayor coherencia política y convergencia para cumplir la promesa de Trabajo Decente para Todos.

Hay que empezar a cumplir estas promesas de inmediato.

Pensamos que el trabajo decente es un elemento esencial para erradicar la pobreza, mejorar las vidas de hombres y mujeres y permitir que las gentes vivan en paz y dignidad. Instamos por tanto urgentemente a los responsables políticos a:

1. Trabajo decente: Reafirmar la contribución de unos empleos estables y de calidad para el logro de una economía saludable y comunidades justas y equitativas, implementando estrategias inclusivas para un empleo pleno y productivo, incluso para aquellos que trabajan actualmente en la denominada economía informal y que necesitan derechos y justicia para defender sus intereses. Toda persona tiene derecho a trabajar, a unas buenas condiciones de trabajo, y a obtener ingresos suficientes para cubrir sus necesidades económicas, sociales y familiares básicas, un derecho que debería reforzarse mediante la aportación de salarios dignos y adecuados.


2. Derechos: Los derechos de los trabajadores/as a formar y afiliarse a sindicatos y a negociar colectivamente con su empleador son fundamentales para lograr el trabajo decente, y todas las organizaciones internacionales, los gobiernos y las empresas han de cumplir sus responsabilidades respetando los derechos humanos de los trabajadores y trabajadoras.


3. Protección social: Reforzar y ampliar la cobertura de la protección social garantizando el acceso a la seguridad social, las pensiones, las prestaciones de desempleo, la protección de la maternidad y los servicios sanitarios para todos. Cualquiera debería tener acceso a estos beneficios, incluyendo los trabajadores/as en la denominada economía informal.


4. Comercio: Cambiar las normas comerciales injustas y asegurarse de que los acuerdos comerciales se utilicen como un instrumento para lograr el trabajo decente, el desarrollo sostenible y el empoderamiento de los trabajadores, las mujeres, los desempleados y los pobres en todo el mundo. Deben incluirse en los acuerdos comerciales mecanismos vinculantes para la promoción y el reforzamiento del trabajo decente, incluyendo una referencia a las normas fundamentales del trabajo. Los gobiernos deben dejar de concertar acuerdos comerciales que perjudiquen a los pobres, creen desempleo y conduzcan a la explotación. Las reivindicaciones de las organizaciones de trabajadores/as y del resto de la sociedad civil deben ser escuchadas.


5. Deuda: Asegurarse de que las prioridades de las instituciones financieras internacionales incorporen preocupaciones sociales y medioambientales. Particularmente debe ponerse fin a las condiciones vinculadas a los créditos y al alivio de la deuda, que obligan a los países a desregular los mercados laborales, reducir el gasto público y privatizar servicios públicos a costa del acceso y la calidad de los mismos. Todos los proyectos financiados por estas instituciones tienen que respetar las normas fundamentales del trabajo en su implementación.


6. Ayuda: Asegurarse de que los gobiernos cumplan su compromiso de incrementar el nivel de ayuda oficial al desarrollo de los países ricos hasta que represente al menos el 0,7% del PIB. Una adecuada financiación para el desarrollo resulta esencial si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU.


7. Migración: Asegurarse de que los trabajadores/as migrantes no sean explotados y que disfruten de los mismos derechos que el resto de los trabajadores/as, ratificando los Convenios de la OIT relevantes y la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y sus familias