¿Movimientos sociales?


Quienes creen dar pruebas de su capacidad de análisis al llamar movimiento social a cualquier trastorno de la organización social: hablan para no decir nada.

La noción de movimiento social sólo es útil si permite poner en evidencia la existencia de un tipo muy específico de acción colectiva, aquel por el cual una categoría social, siempre particular, pone en duda una forma de dominación social, a la vez particular y general, e involucra con ella valores, orientaciones generales a la sociedad que comparte con su adversario para privarlo de tal modo de legitimidad.

La concepción revolucionaria de los movimientos sociales atribuye al pueblo un papel bien determinado. Si se espera de él que se levante contra una dominación y explotación intolerables, es la elite intelectual y política la única que sabrá interpretar el sentido: someter las prácticas sociales a la razón.

Cuanto más subdesarrollada es la sociedad, más dictatorial será el poder de esas elites dirigentes que hablan en nombre de un pueblo dividido, y más se pondrá ese poder al servicio de intereses particulares, los de un partido, una clase, una etnia, un jefe supremo. Así un movimiento social siempre se subordinará a una acción y a una conciencia llegada de afuera. Como ejemplo, el movimiento obrero que se subordinó la mayor parte de las veces a la dirección de un partido político.

Claro, este movimiento social que se menciona, llevó en si mismo una voluntad de superar las contradicciones entre el amo y el esclavo mediante la creación de un Sujeto colectivo, religioso, comunitario o de clase. Un movimiento jamás se redujo a la defensa de los intereses de los dominados, siempre quiso abrir una relación de dominación. Pero esta concepción iluminada, se corrompió y degradó. Por un lado, en la distancia entre el levantamiento popular y el ejercicio de poder que no dejó de aumentar, lo que redujo el movimiento popular al papel de promotor de las nuevas elites.

Por otro lado en los países industrializados, se desarrollaron conflictos parciales, sin aspiraciones revolucionarias, y por ende son simples grupos de interés, que no podrían considerarse como movimientos sociales porque no llevan en su seno una imagen de sujeto liberado.

Es necesario cambiar la perspectiva, ya no se puede poner un movimiento popular al servicio del fortalecimiento de un partido político. Los movimientos sociales, ahora son y deben ser vistos como movimientos morales.

Los movimientos sociales actuales, ya no están al servicio de ningún modelo de sociedad perfecta y por lo tanto de ningún partido político, mientras que en el momento de las grandes revoluciones fundadoras de la modernidad política estaban, subordinados y eran casi marginales con respecto a la acción política.

Quienes quieren hacer revivir la antigua prioridad de la acción política hablan con justa razón más de defensa republicana que de movimientos sociales y de nación más que de diversidad cultural. Y sus concepciones terminan siempre por someter los movimientos sociales a un poder y una ideología política.

Lejos de ser un personaje profético, un movimiento social, es un conjunto de cambiantes debates, tensiones y desgarramientos internos; jalado de un lado a otro por la expresión de base y por los proyectos políticos de los dirigentes.

En fin, un movimiento social, defiende un modo de uso social de valores morales en oposición al que sostiene y trata de imponer su adversario social. Y así habrá que verlo.

Quienes participan en un movimiento social quieren poner fin a lo intolerable interviniendo una acción colectiva, pero mantienen también una distancia nunca abolida entre la convicción y la acción, una reserva inagotable de protesta y esperanza: la acción de un movimiento social siempre es inconclusa.