La Clínica


Anaís nos llegó como muchas otras; joven, bella, obstinada, arrogante y maleducada. Hace ya seis meses, y los progresos han sido lentos pero palpables...Anaís ha sido una de nuestras internas más dificiles. Ella puso obstáculos constantemente, pero al final cedió. Todas lo hacen. Nuestros sistemas son perfectos, ninguna paciente recibe el alta hasta haber alcanzado todos los requisitos.
La especialidad de nuestra honorable institución es el tratamiento del "problema femenino" ; la corrección del ama de casa desviada. Retomemos el caso de Anaís como ejemplo.Ella es de complexión voluptuosa, una bella morenaza de pelo negro como el azabache, de resplandecientes y profundos ojos verdes; y un temperamento que espantaba a cualquiera: era tan feroz que tuvimos que atarla, amordazarla y encapucharla en cuanto la trajimos a la clínica, ya que fuimos advertidos de que podia morder a alguien, aparte de que escupía a todo el que se aproximara.
Fue internada por su pareja, Angélica, que había desesperado de poder tratarla.Parece ser que Anaís se había transformado rapidamente despues de 2 años de convivencia. Angélica señaló que la transformación fue gradual, pero siempre a peor; al principio era simplemente negligente, se negaba a cocinar, planchar o limpiar. Se volvió frígida y empezó a ofrecerse a otras mujeres, e incluso, a hombres. Angélica ya había considerado la posibilidad de separarse sin esperanza en su caprichosa esposa hasta que oyó hablar de nuestra clínica. Una amiga suya (otra cliente satisfecha) le recomendó encarecidamente nuestra institución. Cuando Angélica intento discutirlo con Anaís, esta la atacó con un cuchillo de cocina. Afortunadamente logró reducirla hasta nuestra llegada, y la neutralizamos amarrandola, amordazandola con esparadrapo ultrafuerte y encapuchandole la cabeza.
Debido a su extrema hostilidad, dejamos así a Anaís durante una semana, cuando lo habitual son 12 horas. se le dió de comer y de beber cada día, en pausas controladas. Se optó por negarle los privilegios habituales y sustituirlos por una semana de aislamiento porqué ella intento agredir a la asistente cuando esta le liberó una de las manos.Aunque casos como el de Anaís nos dan mucho más trabajo y presentan problemas adicionales, por otro lado representan un emocionante reto. Decidimos inclinarnos por una terapia de saturación sexual para calmar los furores uterinos, unida a una privación sensorial extrema; establecimos un programa consistente en el rellenado constante de los accesos sexuales (boca, vagina y ano).
El rellenado oral se verifico con mordazas; las enfermeras emplearon ropa interior femenina usada, tipo bragas o medias, procediendo al sellado exterior de los labios con tiras de esparadrapo de tela, asegurando una perfecta sujección. El vaginal se realizó insertando vibradores de 20-25 centimetros de longitud, con el fin de mantener a la paciente en la plenitud vaginal. Preferimos tipos lisos para mejorar la inserción atendiendo a que se usarían durante periodos prolongados. El rellenado anal consistió en la inserción de bolas anales de hasta 4 centimetros de diametro; la tolerancia de Anaís para tamaños considerables era una pruebade que sus desordenes procedían de uan capacidad sexual desmedida, que su novia no había podido satisfacer. Esto con el tiempo terminó llevando a Anaís a desarrollar una frustración libidinosa masiva de la que culpabilizaba inconscientemente a su novia Angelica.
Nuestro diagnostico se fue aclarando: un caso de ninfomanía frustrada, complicado con un complejo de Safo transferido. Anaís había proyectado la atracción infantil por su madre en su novia, esperando que esta representase la figura protectora materna, y ademas cargandola con una dimensión sexual. Esto aumentó mas su frustración, aparte de la propia insatisfacción ninfomaniaca (meramente física). Continuamos aplicando una terapia de choque.
El programa de privación sensorial pretendia conducir a la paciente a una saturación sexual por privación del resto de estímulos y exageración en cambio del estímulo sexual, logrado con el programa de "rellenado" antes descrito. Se estableció un regimen de bondage estricto; vendado permanente de los ojos exceptuando los periodos de limpieza higienica, , ataduras en brazos y piernas (particularmente justo sobre las articulaciones) y mordaza de la boca para el aislamiento comunicativo, aparte de su doble valor como rellenado.Pronto nos vimos sorprendidos por la enorme necesidad sexual de Anaís, que seguía sin alcanzar la plenitud orgásmica.
Una prueba fisiológica de la excepcionalidad de Anaís era su enorme clítoris, casi un pene pequeño (¿acaso una hermafrodita que no llegó a serlo y quedó en mujer ?) y el cuadaloso flujo de jugos vaginales que le resbalaban por los muslos...más de una vez admito mi incredulidad cuando examinaba a la paciente amarrada a la camilla y con las piernas separadas y levantaba mi mano enguantada, totalmente mojada y recubierta de una especie de gelatina debida a la densidad de los flujos, despues de hacer la exploración diaria de los genitales de la paciente.
Compuse un estudio pormenorizado de las glandulas secretoras de Anaís cuyos resultados pueden ser consultados en la revista medica "Natural female holes"Fue necesaria una intervención directa de nuestras enfermeras (la señorita Nieves y la señorita María, 2 jovenes muy prometedoras y capaces) equipadas con vibradores portátiles y actuando en equipo combinado para mantener relaciones físicas( estrictamente profesionales, por supuesto ) con Anaís.
Parece ser que el contacto de la piel y otros efluvios femeninos es lo que nuestra paciente necesitaba. Pronto detectamos una actitud cooperativa, que aprovechamos para ir enseñandole una serie de principios: cuando aumentase su pasión lasciva hasta un punto peligroso debía desahogarse practicando la masturbación, introduciendose un dildo en la vagina y llevandolo puesto todo el día, incluso al irse a dormir; le advertimos que era un complemento tan indispensable como las compresas durante la regla.
Asimismo la animamos a emprender sesiones de autobondage en la intimidad; debía quitarse las bragas y pantys usados, introducirselos en la boca y taparsela con esparadrapo o cinta adhesiva, o con un pañuelo o tiras de tela que podía improvisar, y adquirir unas esposas para sujetarse las manos. Estas técnicas la entusiasmaron y se mostró una pupila muy aplicada. Como afirmaron las enfermeras, Anaís era una virtuosa viciosa , un caso extremo de potencia sexual femenina siempre ansiosa de más aplicaciones. En esta fase de recuperación consideramos aconsejable volver a introducir paulatinamente la figura de su compañera Angélica en el universo sexual de Anaís. Las visitas bis a bis resultaron un éxito, y aconsejamos a Angélica que en sus encuentros íntimos la encapuchara para aumentar la receptividad de Anaís. Por fin, al acabar los seis meses de tratamiento dimos por curada a Anaís.
Todo el personal que intervino en su recuperación se había encariñado con ella, especialmente las señoritas Nieves y María, y la despidieron emocionados a la puerta de la clínica. Tanto ella como su pareja Angelicarecibieron un folleto con recomendaciones para prolongar el tratamiento en el ámbito del hogar.Angelica debía de hacer un esfuerzo especial para saciar los apetitos de su mujer y evitar la reaparición de síntomas alarmantes, mientras que Anaís mostró su absoluta adhesión y comprensión de nuestros tratamientos cuando insistió en que su novia la atase y la llevara de vuelta a casa ¡ en el maletero del coche! metida dentro de un saco azul de spandex que nosotros le cedimos gustosamente.
Desde hace varios años son una pareja feliz, y Anaís se ha convertido en nuestra mejor propagandista, instando en múltiples reuniones de terápia de grupo a otras mujeres con dificultades de relación a ingresar en nuetra institución alejandose de los fríos métodos tradicionales (y en nuetra opinión, ineficaces) químicos, de "pastillas". Incluso hemos incorporado a Anaís en algunos de nuestros programas de estimulación sexual de pacientes, ya que como ella misma dice: " Me sirven para equilibrar mi propio climax sensual y para ayudar a otras desgraciadas féminas a superar su carencia física. Bondage y rellenar son las palabras claves".
Max Simon