La legitimidad está en los dioses, los mitos, las causas…

Vivimos todos juntos en el planeta y en todas partes se fortalecen y multiplican los agrupamientos comunitarios, las asociaciones fundadas en una pertenencia común: las sectas, los cultos, los nacionalismos y por ello las sociedades vuelven a convertirse en comunidades al reunir estrechamente en el mismo territorio sociedad, cultura y poder, bajo una autoridad religiosa, cultural, étnica o política a la que se le debe de llamar carismática porque no encuentra su legitimidad en la soberanía popular o la eficacia económica, sino en los dioses, los mitos o las tradiciones de una comunidad.

Por ello cuando estamos todos juntos, no tenemos casi nada en común pero cuando compartimos algunas creencias y una historia, rechazamos a quienes son diferentes nosotros. Y sólo vivimos juntos cuando perdemos la identidad y a la inversa: el retorno de las comunidades trae consigo el llamado a la homogeneidad, la pureza, la unidad y la comunicación es remplazada por la guerra entre quienes ofrecen sacrificios a dioses o causas diferentes.